La adolescencia puede ser una etapa complicada para los padres, especialmente, porque es cuando los y las menores comienzan a afirmar su propia independencia, tomando decisiones sobre aspectos que tienen consecuencias reales, como la escuela, las amistades, el uso de sustancias y las relaciones sexuales. Sin embargo, aún en esta etapa evolutiva les cuesta regular sus emociones, por lo que pueden ser propensos/as a correr riesgos y tomar decisiones impulsivas, actuando, en múltiples ocasiones como si “pensasen que son el centro del universo”.
Así lo explica el Instituto de la Mente Infantil (Child Mind Institute) -organización estadounidense sin ánimo de lucro, cuyo fin es el de facilitar las vidas de los niños y las familias que lidian con la salud mental y los trastornos del aprendizaje-, en un artículo publicado en su página Web, a través del cual recogen una serie de recomendaciones y pautas dirigidas a las familias para relacionarse con su hijo/a adolescente y fomentar la comunicación con él o ella.