La obesidad dificulta que los niños y las niñas crezcan sanos, debido a las importantes consecuencias que tiene para su salud, que pueden afectarles tanto en la infancia como en la edad adulta. Algunas de estas consecuencias son físicas, como enfermedades cardiovasculares, diabetes, mayor riesgo de cáncer; otras son mentales, como baja autoestima, depresión o ansiedad; otras son sociales, como estigma, discriminación o dificultades para relacionarse; y todas ellas suponen una menor calidad de vida. Debido a estas consecuencias para la salud individual, la obesidad tiene importantes efectos colectivos que repercuten en nuestro desarrollo como país.
Así lo advierte el Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil del Gobierno en su nuevo Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Obesidad Infantil (2022-2030), una hoja de ruta a través de la cual pretende establecer una respuesta integral y multisectorial a la obesidad infantil en nuestro país, promoviendo estilos de vida saludables y fomentando el bienestar emocional.