Se entiende bien que los padres estén orgullosos de sus hijos, pero no han de exponerlos, y mucho menos sobreexponerlos, a la valoración y conductas de la sociedad en general y de unos individuos a los que no conocemos.
En Francia y otros países próximos estamos viendo que jóvenes que alcanzan la mayoría de edad recriminan a sus padres y, en ocasiones, buscan retribución económica por haberlos utilizado, primordialmente si los padres son de los denominados famosos.