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01/07/2022Las y los jóvenes españoles, durante la pandemia del COVID-19, han expresado en numerosas ocasiones el haber padecido, y con relativa frecuencia, episodios de soledad no deseada.

Esta es una de las principales conclusiones de la investigación “¿Cómo conectamos?” Mediación de las redes sociales en la experiencia de soledad de las personas jóvenes», que retomamos en este post a ritmo de la canción de Rigoberta Bandini: «In Spain We Call It Soledad».
Los medios de comunicación españoles han dado cuenta de la soledad en las personas jóvenes haciéndose eco de estudios e investigaciones. Dicha soledad suele manifestarse, casi siempre, con un patrón recurrente que se manifiesta como un reclamo de atención y ayuda en medio de espacios sociales masificados y frenéticos. Ser escuchados y escuchadas y atendidos y atendidas en los entornos online resultar ser, para muchos de ellos/as, una tarea titánica y, en muchos casos, poco fructífera.
“La soledad no es tanto el no tener amigos sino sentir que estás en una plaza llena de gente y que estás todo el rato gritando: ‘hola, es obvio, necesito ayuda’, y como que nadie te está escuchando. No es que no te presten atención, es que ni siquiera te oyen”, decía una de las entrevistadas, de 20 años, en la investigación, realizada durante el año 2020 y cuyos resultados recogen las percepciones y vivencias del confinamiento estricto y su relación con las redes sociales. Al pensar en dichas “plazas”, no podemos evitar evocar los muros de Facebook, las cuentas de Instagram o los hashtags de Twitter. Dichos “lugares” muestran la paradoja de agregar a una gran cantidad de gente a la vez que parecieran aumentar ese sentimiento de soledad juvenil.
El sentimiento de soledad creció mucho en la población general durante esas semanas de confinamiento estricto, cuando nuestra vida social quedó reducida al envío y recepción de mensajes de texto o a videollamadas ocasionales. Y, como ya se ha señalado en otras investigaciones, en el grupo en el que más se incrementó esta sensación fue en el de las personas jóvenes, que es justo el grupo poblacional que más uso hace de las comunicaciones online. Frente a los estudios más habituales de la soledad en mayores (Vázquez et al, 2021), aquí presentamos precisamente un interés por focalizarnos en las edades jóvenes como una franja que ha sufrido mucho más de lo que se esperaba inicialmente esta incómoda soledad no deseada.
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